Estaba de lo más contento, sentado en la mesa del comedor ante la ventana abierta, con el café negro y amargo enfriándose al alcance de mi mano izquierda, Carola afilándose las uñas en el respaldo de la silla y frotándose en mis piernas desnudas, Coltrane y McCoy Tyner haciéndome mover los pies sin darme cuenta y un libro de antropología nuevecito para trabajar en él (El nacimiento de los “intelectuales”. 1880-1900, de Christophe Charle; ¡pídalo en su librería amiga en cuanto entregue las galeras corregidas!).
La editorial que me encargó el trabajo es la única —de aquellas con las que tengo relación, desde ya— que me posibilita trabajar directamente sobre el papel y dejar salir de mi birome roja los arcaicos signos de corrección que aprendí alguna vez en la facultad y que nunca uso (mi preferido, claro, es el deleatur). Eso, sumado a lo que detallé más arriba, me causaba mucho placer.
El capítulo 1 empezaba con la siguiente cita de mi amigo personal Gustave Flaubert (de una carta fechada el 21 de agosto de 1853 y dirigida a Louise Colet): "Sí, sostengo (y para mí esto debe ser un dogma práctico en la vida del artista) que es preciso repartirse en dos partes: vivir como burgués y pensar como semidiós". ¡Qué tipo grosso, Flaubert! Es cierto que él vivía de rentas y se rascaba a cuatro manos, por lo que tenía resuelto lo de la vida burguesa; pero lo de pensar como semidiós se lo ganó solito. Además, no como dios: ¡como semidiós!
En fin, en esas cavilaciones andaba cuando me di cuenta de que es difícil que alcance, no digo ya los dos aspectos, sino al menos uno. Y me amargué. Y esa amargura, paradójicamente, le dio un matiz más interesante a la cita, tanto, que no pude evitar venir y escribir esto.
Comentarios
P.S.: está ud. en su derecho de decir: No entendió un carajo, Fodor, vayase de acá.