Ir al contenido principal

Día 19

Iba a escribir grandes líneas hoy. Pero estoy escuchando música. Tomo la guitarra y el mundo se detiene. Por suerte.

Comentarios

¡Mondoke! ha dicho que…
Las guitarras detienen al mundo de en serio.

Leí tu comentario, te cuento. Conocí la música del Zombienauta por medio de Alejo y Valentina (cuando los capítulos salían cada 10 días y eran cortos y graciosos). La verdad es que e gustó mucho su música, tengo (creo que) todos sus discos. Es la prueba viviente de que se puede ser bueno y tener aceptación sin depender de una discográfica. Así que es que entraría en la categoría de "alguien que disfruta legítimamente su música".
Anónimo ha dicho que…
Estimado:

su abrazo es correspondido,espero cruzarlo por las callejas de un Buenos Aires al que regrese hace un par de meses.no deje de enviarme toda informacion relacionada a su nuevo proyecto musical, con todo agrado ire a escucharlos.

p.d:no vuelva a utilizar mi nombre real,me extraña de un super agente que revele informacion tan confidencial en espacios publicos, o como diria Marrone: "cheeee"

Entradas populares de este blog

Día 24

Hace ya varios días que tengo ganas de escribir. Leyendo a cierto escritor —cuyo nombre no mencionaré para no ser tomado por soberbio—, sentí que yo podría redactar algo mejor. Pero no lo hice. Paseando por blogs de amigos y conocidos que nunca pararon, extrañé aquellos tiempos en los que me sentía parte de algo, de una especie de "comunidad" en la que nos reconocíamos por la manera en que plantábamos las palabras en la pantalla, en la hoja de papel imaginaria, y más o menos nos admirábamos por eso. Y quise retomar ese camino. Pero no me sale. Como siempre, la primera opción es esta. Tirar algo acá, en este blog remoto, y ver si germina. Ojalá que sí.

Día 41

Escribí un par de pavadas en Jardín de instantes . Después de ¡once! años. La noticia no es que hayan sido textos sobresalientes ( spoiler : no lo son); lo sobresaliente es la sensación que los acompañó, lo que llegó con su escritura, algo parecido a la certeza de que ese espacio —y este, por tanto— son míos, a que puedo ir allá o venir acá a retozar con las palabras cuando la rigidez de mi trabajo (con otras palabras) lo haga recomendable, cuando la falta de fe se quiera imponer, cuando los sentimientos negativos copen la parada. Todavía soy este, o puedo serlo también, y no tengo por qué rendirme.

Día 35

Tal vez deba ser sincero conmigo y aceptar que no puedo escribir todos los días. Paso demasiadas horas diarias escribiendo y leyendo en este monitor y con este teclado. Es mi trabajo. A veces, al fin de la jornada sencillamente no tengo reservas de energía para crear. Con eso aclarado (o sincerado , como se usa ahora, con su connotación negativa incluida), quizás el compromiso deba ser escribir seguido, nomás. La otra opción, la de hacerlo todos los días a como dé lugar, termina siendo nefasta para alguien tan crítico, minucioso o, digámoslo, hinchapelotas y quisquilloso. Escribo cosas para cumplir y, aunque me satisface poder sostener el ritual, me molesta casi todo lo demás, incluso el hecho de tener que escribir para cumplir. No me gusta cumplir, de hecho. Cualquier compromiso me pesa y busco el área gris en toda reglamentación. Sea: puedo ser confiable y cumplo cuando debo hacerlo, pero no me gusta. Es así a la larga o a la corta. Es curioso lo que sale al escribir: nunca había ...