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Día 16

Harto de corregir y hastiado de ser perseguido por las agujas del reloj, puse pausa y me fui a pasear por blogs amigos.
Amén de descubrir que G. tiene uno nuevo, con un montón de participantes (entre los cuales no estoy, claro) y de notar que sale mucho con gente, y va a comer a casas de amigos (otros amigos) y cosas así, también leí un post muy lindo, muy de 7 de la tarde de un día blanco, en el que, abrigada, arropaba su delirio con palabras. Y la envidié un poco, como casi siempre. Y me gustó. Y decidí que intentaría aplicar ese mismo método a este día marrón, apurado, exigido, agrietado. Entre tantas cosas que "uh, después arreglo", entre tantos platos de anoche sin lavar y la alfombra llena de pelos, entre la tarde que se me viene encima y trae el peso de todo diciembre, entre toda la gente que está esperando cosas de mí, entre todo eso hallaré la materia prima de este texto. Un texto díscolo, que corcovea y no se deja dirigir; un texto chúcaro y cimarrón; en fin, un montón de nada. Moldeado a mi imagen y semejanza, orgulloso exponente de mi estilo incomparable, valiente bastión de la resistencia contra la contaminación de estos textos que McGraw-Hill pone en manos de traductoras espantosas. Nos han confiado la educación de gran parte de los niños del Gran País del Norte. Yo debo salvaguardar a esos chicanitos, los valet parking del mañana, de toda la hojarasca.
Help wanted.
Wanted. Reward.

Burt Ward. Mi problema (¿el único?) es este: me gusta demasiado escribir. Lo malo es no tener tema. Lo bueno es no tener nada.

Comentarios

gerund ha dicho que…
Te odio. Tu "arropaba su delirio con palabras" vale por cinco posts lindos míos. Igual gracias, hiciste que me sintiera feliz de ser yo.

Jeh.

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Día 24

Hace ya varios días que tengo ganas de escribir. Leyendo a cierto escritor —cuyo nombre no mencionaré para no ser tomado por soberbio—, sentí que yo podría redactar algo mejor. Pero no lo hice. Paseando por blogs de amigos y conocidos que nunca pararon, extrañé aquellos tiempos en los que me sentía parte de algo, de una especie de "comunidad" en la que nos reconocíamos por la manera en que plantábamos las palabras en la pantalla, en la hoja de papel imaginaria, y más o menos nos admirábamos por eso. Y quise retomar ese camino. Pero no me sale. Como siempre, la primera opción es esta. Tirar algo acá, en este blog remoto, y ver si germina. Ojalá que sí.

Día 40

Tengo que hacer tiempo y, claro, escribo. Porque escribir es siempre una solución. Aunque no conduzca a nada, como en este caso, como casi siempre, yo arranco. Porque puedo y porque quiero, y porque es lo mío. Qué me importa lo demás. Es casi como los documentos de Word que llenaba sin parar mientras esperaba que se terminase de descargar el Football Manager o que llegara la moto con la comida o que el pocero terminase la perforación y me llamara para explicarme cosas, exagerar, pavonearse y cobrar. Lo que hacen todos, bah. En esos documentos, yo escribía a pata suelta (¿?) sobre libros, jugadores de fútbol, vetas subterráneas o lo que fuera; una cosa se encadenaba con la otra, que se enlazaba con la siguiente, que se unía a la próxima, y así, el texto fluía para, finalmente, existir. Yo le daba vida y le regalaba la libertad de vivirla como él prefiriese (de modo inútil casi siempre). Ahora se cortó la internet; quién sabe si estas letras verán la luz. Yo sigo haciendo tiempo, presion...

Día 7

Tengo muchas cosas que hacer. Entre las que se relacionan con escribir puedo mencionar: a) carta y mail a Ceci; b) carta y mail a Ana; c) mail a Mara; d) artículo para Comiqueando ; e) artículo para Sudestada ; f) artículo para La secta violeta ; g) resurrección de blogs anteriores; h) todo. Tengo muchas cosas que hacer. Caliento un café y me decido por todo aquello que no está en la lista.