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Día 41

Escribí un par de pavadas en Jardín de instantes. Después de ¡once! años.

La noticia no es que hayan sido textos sobresalientes (spoiler: no lo son); lo sobresaliente es la sensación que los acompañó, lo que llegó con su escritura, algo parecido a la certeza de que ese espacio —y este, por tanto— son míos, a que puedo ir allá o venir acá a retozar con las palabras cuando la rigidez de mi trabajo (con otras palabras) lo haga recomendable, cuando la falta de fe se quiera imponer, cuando los sentimientos negativos copen la parada. Todavía soy este, o puedo serlo también, y no tengo por qué rendirme.

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Día 40

Tengo que hacer tiempo y, claro, escribo. Porque escribir es siempre una solución. Aunque no conduzca a nada, como en este caso, como casi siempre, yo arranco. Porque puedo y porque quiero, y porque es lo mío. Qué me importa lo demás. Es casi como los documentos de Word que llenaba sin parar mientras esperaba que se terminase de descargar el Football Manager o que llegara la moto con la comida o que el pocero terminase la perforación y me llamara para explicarme cosas, exagerar, pavonearse y cobrar. Lo que hacen todos, bah. En esos documentos, yo escribía a pata suelta (¿?) sobre libros, jugadores de fútbol, vetas subterráneas o lo que fuera; una cosa se encadenaba con la otra, que se enlazaba con la siguiente, que se unía a la próxima, y así, el texto fluía para, finalmente, existir. Yo le daba vida y le regalaba la libertad de vivirla como él prefiriese (de modo inútil casi siempre). Ahora se cortó la internet; quién sabe si estas letras verán la luz. Yo sigo haciendo tiempo, presion

Día 7

Tengo muchas cosas que hacer. Entre las que se relacionan con escribir puedo mencionar: a) carta y mail a Ceci; b) carta y mail a Ana; c) mail a Mara; d) artículo para Comiqueando ; e) artículo para Sudestada ; f) artículo para La secta violeta ; g) resurrección de blogs anteriores; h) todo. Tengo muchas cosas que hacer. Caliento un café y me decido por todo aquello que no está en la lista.

Día 6

No voy a excusarme. Sólo diré que esperaba que esto fuera distinto y que, si empiezo tan pronto a incumplir la única premisa que me impuse (tan sencilla como "escribir, no importa qué, mientras sea todos los días"), no sé dónde puede terminar todo. Ayer hablé con Natacha. Le conté de esta música de ascensores y me dijo, sonriendo mucho, que le parecía una gran idea. Eso me hizo sentir bien y pensar que estoy en el camino correcto. Sí, eso: I'm on the right way . Sólo tengo que disciplinarme. No será fácil (te conozco, Juan), pero lo haré. Sé que sí. Y espero que esto tome vuelo pronto, porque los blogs autobiográficos son lo menos (cuando no se posee una vida memorable). Mi única certeza que aún me gusta la forma que tengo de enhebrar palabras.